Exconvencional Agustín Squella: «Fracasar dos veces en la Convención sería ya mucho, casi tanto como bajar de división en el fútbol profesional»

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El profesor Agustín Squella está con problemas de voz, un poco ronco, dice que es un recuerdo de sus más de cincuenta años impartiendo clases de derecho en la Universidad de Valparaíso y en la U. Diego Portales. Pero los problemas de voz son un detalle cuando recuerda el trabajo que estaba realizando, en marzo del año pasado, como constituyente en la primera Convención Constitucional del 2022.

Abogado de la Universidad de Chile, doctor en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Squella es Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2009) y autor de numerosos libros, entre los que destacan Introducción al Derecho (Editorial Jurídica de Chile, 2002); ¿Es usted Liberal? Yo sí, pero… (Lolita Editores, 2012) y, más recientemente, Apuntes de un constituyente (Editorial UDP, 2022), donde cuenta en detalle sus días intentando redactar la nueva Constitución.

Desde la tranquilidad de su casa donde está dedicado a escribir y leer, está observando con atención el nuevo intento por escribir la Constitución del siglo XXI, tras el fracaso estrepitoso que tuvo el primer proyecto tras el categórico 63% del Rechazo en septiembre pasado. En esta entrevista, Squella habla de sus expectativas y preocupaciones sobre el nuevo proceso que empezó ayer lunes, nuevamente en la sede del ex Congreso Nacional en Santiago.

-Hoy comenzó el trabajo de la Comisión de Expertos, ¿cómo ve el inicio de este proceso constituyente 2? ¿Optimista o pesimista?
-Como me ocurre casi siempre, algo pesimista desde la razón (las cosas podrían ir mal), pero siempre optimista en cuanto a la voluntad (cada cual tiene el deber de hacer lo que esté al alcance de su mano para que vayan lo mejor posible).

-¿Qué errores del proceso constituyente anterior hay que evitar en este nuevo proceso de discusión constitucional?
-Hay que evitar los errores tan visibles en que incurrimos en la ex Convención, partiendo porque los actores involucrados se sientan personajes históricos por el solo hecho de estar cumpliendo una función que es histórica. Evitar la infatuación en que se incurrió y, desde luego, no desechar la conversación directa y leal con ningún sector al interior de los tres órganos de este proceso, por mucho que se tengan los votos para prescindir de alguno de ellos. Evitar, claro, el error refundacional, pero sin llamar “refundacional” a lo que son solo transformaciones. Para desprestigiar a la ex Convención y su propuesta se utilizó mucho la acusación  refundacional. Yo la única refundación que conozco fue la que llevó a cabo la dictadura de 17 años que tuvimos y que tantos querrían olvidar o sepultar en el desván de los recuerdos.

-¿Estuvo de acuerdo con esta estructura de Comisión de Expertos, Comité Técnico de Admisibilidad y Consejo Constitucional?
-Para ser francos, el mono quedó harto raro. Se parece mucho a un animal tricéfalo –un Consejo Constitucional, una Comisión Experta y un Comité de admisibilidad, y hasta cuatricéfalo si se cuentan las 12 bases que también lo acompañan. Pero esta crítica no me impide desear y esperar el éxito del nuevo proceso. En caso contrario seguiremos en el limbo constitucional en que estamos. Nunca hay que renunciar a la crítica ni a la autocrítica, pero ni una ni otra obstan al deseo y la voluntad de que las cosas vayan bien. Las constituciones de las dictaduras, de cualquier signo que sean estas última, no se reforman, se reemplazan

-¿Este modelo de tres comisiones es una manera de establecer un “marco de discusión” o de “limitar la discusión”?
-Creo que ambas cosas, y hay el riesgo cierto de que los sectores conservadores, siempre muy poderosos, consigan que al final todo se reduzca a una que otra modificación y actualización del texto de la Constitución vigente. Esto lo han dicho también algunos destacados expertos de centro derecha, que, por cierto, no fueron apoyados por sus partidos a la hora de integrar alguno de los órganos del proceso o de participar en la votación que habrá en mayo. En general, y como siempre, los partidos eligieron militantes dóciles más que calificados y con independencia de juicio.

-¿Cuál de todas estas instancias (Expertos, Comité Técnico y Consejo) considera más relevantes?
-Debiera ser el Consejo electo, pero habrá que verlo. Ya es raro que sea la Comisión Experta la que redacte la primera propuesta de texto para revisión y votación luego en el Consejo. La técnica antes que la política, los designados antes que los electos, una lógica que nos tiene atrapados hace mucho tiempo, ni que decir en asuntos de la economíaAntes a Chile lo salvaban los hombres providenciales, más tarde los partidos y sus coaliciones, luego los independientes, y ahora parece la hora de los expertos. Todos ellos son necesarios, pero sin cargar las tintas a favor de unos o de otros.

Temores por la ex Convención

-¿Ha visto esta estructura o formato de discusión constitucional en otro proceso constituyente en el mundo?
-No. Me parece que es un invento local y muy determinado por nuestros habituales temores, que –hay que reconocerlo- fueron activados, sin que esa fuera la intención, por la ex Convención. La ciudadanía nos dio inicialmente su apoyo, pero luego tomó alguna distancia, se enfrió y la mayoría de ella terminó agarrándonos monos. Debimos advertir ese cambio, pero optamos por quedarnos encerrados en Morandé con Compañía, y no me refiero al programa de televisión del mismo nombre.

-¿Qué opina del debate surgido a raíz de las declaraciones del presidente del Partido Comunista (PC), Guillermo Teillier respecto a movilizarse en mayo?
-Otra vez lo mismo. No aprende. A propósito de la ex Convención el PC llamó a “rodearla”, lo cual fue difícil no entender como una advertencia y hasta quizás como una amenaza, Pero, por otra parte, el modelo actual, que no rodea al Consejo Constitucional desde afuera, desde la calle, rodea el proceso desde dentro con la multiplicidad de órganos y de

bases. No debiera ser necesario “movilizarse” para conseguir que la fracasada propuesta esté también sobre la mesa de los actores del nuevo proceso. Hay mucho rescatable en ella.

-¿Qué ocurriría de fracasar este nuevo proceso constitucional?
-Este tipo de procesos pueden fracasar en su cometido (presentar una propuesta de nueva Constitución dentro de plazo) o en su objetivo (que la propuesta sea aceptada por la mayoría ciudadana). La ex Convención fracasó en lo segundo, y en cuanto al proceso ahora en marcha no se puede permitir fracasar. Fracasar dos veces en la Convención sería ya mucho, casi tanto como bajar de división en el fútbol profesional. Por eso que las críticas al proceso deben ser compatibles con que ahora sí se cumplan aquellos dos propósitos. El prestigio de un país no depende solo de los tratados de libre comercio que firma.

-¿Fue una buena manera de canalizar el descontento del 18 de octubre del 2019 con la necesidad de una nueva Constitución?
-Pudo y debió ser mejor, menos temerosa, pero está claro que el país ha tenido mucho que asimilar en el último tiempo: una crisis política y social, una larga pandemia, el fracaso parcial de una Convención Constitucional, y una crisis económica de difícil pronóstico. Hay también un recambio generacional en la política que desconcierta y hasta enrabia a muchos. Todo ocurre en medio de circunstancias y no se puede cerrar los ojos ante la incidencia de estas. Las Constituciones de las dictaduras, de cualquier signo que estas sean, se reemplazan, no se reforman. Y en cuanto al recambio generacional, que es un hecho, sorprende ver a tantos de mi generación que lo denuncian como un mal que debió ser evitado, pero ¿qué quieren?¿ Que las nuevas generaciones adopten las mismas ideas que las antiguas? ¿Es que hicimos nosotros eso cuando fuimos jóvenes? ¿Es que nos referimos a los jóvenes como una promesa mientras los tratamos como una amenaza? La peor forma de envejecer, repito a menudo, es la efebofobia (odio o temor a los jóvenes) de la que tampoco uno se cura pasándose a la efebofilia (preferencia por los jóvenes), o sea, el aplauso incondicional a los jóvenes. También en esto nos falta moderación, equilibrio y dejar las furias de lado.

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Rusos y norteamericanos: aún juntos en el espacio

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Hay hechos recientes ocurridos en la Estación Espacial Internacional (EEI) que, no por estar allá arriba, por encima de los conflictos terrestres, dejan de convocar a un análisis por sus proyecciones de largo plazo. El domingo 26 llegó al puerto ruso (porque hay dos puntos de acoplamiento, uno de Rusia y otro de Estados Unidos) la cápsula Soyuz MS-23, lanzada desde el cosmódromo ruso para llevar una carga de 430 kilos con medicamentos, equipos de limpieza, refuerzos en el control de pureza atmosférica, apoyos en producción de agua y materiales de experimentos. Llegó sin tripulantes porque su misión es rescatar a los dos cosmonautas rusos y uno norteamericano que quedaron varados allá arriba cuando, a mediados de diciembre, se descubrió una falla en el sistema de refrigeración en la cápsula Soyuz MS-22, algo esencial para el regreso a la Tierra. Ya tienen una nave de repuesto para el regreso, pero solo podrán hacerlo en septiembre, porque se quiere que estudien más sobre el origen de la falla y otras determinantes tecnológicas ligadas a ella. Así los rusos –  Sergei Prokopyev y Dmitry Peteli completarán un año de convivencia en el espacio con el estadounidense Frank Rubio.

Por otra parte, este viernes 3 de marzo, después de un retraso de dos días, pudo llegar a la EEI la misión de la cápsula Crew-6, lanzada desde la plataforma en la Florida en operación conjunta de la NASA con SpaceX. Viajó con cuatro tripulantes: dos norteamericanos, un ruso y un astronauta de Emiratos Arabes Unidos. Los tripulantes sustituirán al equipo de dos estadounidenses, un ruso y un japonés que están desde octubre 2022 en la imponente estructura espacial.

“No puedes poner los pies en la tierra hasta que no has tocado el cielo”, escribió hace tres décadas Paul Auster en su novela El Palacio de la Luna. Y esa frase parece iluminar un poco la reflexión sobre lo que ocurre hoy en la relación entre Rusia y Estados Unidos. Aquí en la tierra las dos potencias nucleares juegan las cartas de las amenazas extremas a partir de la guerra en Ucrania. Bombardeos, destrucción, muertes, crisis alimentaria para el mundo, incertidumbre desde que Putin ordenó la invasión y, por otro lado, Joe Biden incrementa el poder de la OTAN y su fuerza militar para sostener a Zelenski. Allá en el cielo, rusos y estadounidenses, junto a astronautas de otras nacionalidades, conviven en el afán de seguir adelante para la misión por la que la Estación Espacial fue creada: ser un laboratorio de investigación para la aventura del ser humano en el espacio. Los que están en el cielo trabajan juntos, los que están en la tierra luchan con las armas para imponer su estrategia. Pero hay señales inquietantes: la amenazante nueva Guerra Fría parece querer subir hacia los cielos.

La Estación Espacial Internacional es hasta ahora un proyecto de colaboración multinacional entre cinco agencias espaciales participantes: NASA (Estados Unidos), Roscosmos (Rusia), JAXA (Japón), ESA (Europa) y la CSA/ASC (Canadá).​ La administración, gestión y desarrollo de la estación están establecidos mediante tratados y acuerdos intergubernamentales.​ La estación circula alrededor del planeta a 400 kilómetros de altura y por eso sirve como un laboratorio de investigación en microgravedad donde habitan por semestres (pero a veces por más, bajo circunstancias especiales) grupos de astrónomos para realizar estudios sobre astrobiología, astronomía, meteorología, física y otros muchos campos. Es allí también donde se prueban sistemas y equipamiento necesarios para la realización de vuelos espaciales de larga duración, como pueden ser las misiones a la Luna y Marte. Cada día la EEI da 15 vueltas alrededor de la Tierra. O, en otras palabras, cada 93 minutos hace la ronda entera en torno del planeta. Es sorprende la frecuencia con la cual van y vienen los módulos que visitan la estación espacial en misiones de logística: las Soyuz y Progress rusas, las Dragon y Cygnus estadounidenses, el Vehículo de Transferencia H-II japonés​ y, anteriormente, el Vehículo de Transferencia Automatizado europeo y el Transbordador Espacial. La Dragon permite el retorno de carga a la Tierra, capacidad que se utiliza, por ejemplo, para traer experimentos científicos de vuelta y poder realizar un análisis más exhaustivo.

En 2024 vence el acuerdo bajo el cual Rusia y Estados Unidos han compartido los accesos y usos de la EEI. Iba a ser hasta 2030, pero ya en julio de 2022 Rusia anunció que volverá a ir por libre en la carrera espacial, construyendo su propia estación espacial. Así lo explicó Yuri Borisov, nuevo director de Roscosmos, la agencia espacial rusa, reconociendo que el conflicto entre Rusia y el mundo occidental tendrá como consecuencia la finalización de esta cooperación espacial. Mala noticia sin duda.

Lo aportado por la EEI desde noviembre 2000, cuando llegaron allí los primeros residentes para plazos largos, ha sido una experiencia de vanguardia para el mundo que viene. Desde arriba la Tierra se convierte en un todo que parece más integrado y donde las preguntas sobre el futuro se hacen más universales, más ligadas a los verdaderos desafíos que hoy golpean a la humanidad como un todo. Borisov trata de tranquilizar al sistema internacional cuando dice: “Por supuesto, cumpliremos con todas nuestras obligaciones con nuestros socios, pero la decisión sobre abandonar esta estación después de 2024 ha sido tomada”. Igual no será tan fácil para Rusia pasar a tener otra vez su propia estación, como fue la Mir-2 en los años 90, la guerra ha tenido altos costos.

China hizo historia en 2019 al convertirse en el primer país en aterrizar una sonda en la cara oculta de la Luna. Y sigue apuntándose logros impresionantes, más recientemente su misión Chang’e-5 para extraer muestras lunares. La próxima fase de competencia en el espacio será establecer una base minera en la Luna, señaló Anne-Marie Slaughter, exdirectora de Planificación de Políticas en el Departamento de Estado en tiempos de Obama, en un artículo escrito a comienzos de 2021. Esto, porque la minería lunar tendrá importancia por dos razones.

Primero, el hielo en la superficie de la Luna se puede convertir en hidrógeno y oxígeno y utilizarse como combustible para cohetes, lo cual es crucial para las misiones del espacio profundo. Segundo, porque la superficie de la luna contiene metales de tierras raras sumamente valiosos que se utilizan en tecnologías como teléfonos celulares, baterías y equipos militares. Por ello, la autora proponía buscar una forma de cooperación entre Estados Unidos y China en la conquista espacial, cuestión ya totalmente descartada por ambas partes. China está construyendo su propia estación espacial que ya ha declarado abierta a acuerdos con otros países.

El año próximo debiera tener lugar la Cumbre del Futuro convocada por las Naciones Unidas. Allí estarán los temas de la agenda contemporánea que reclaman acción colectiva y cooperación. Cuestiones como la seguridad alimentaria para una población ya mayor a 8.000 millones de habitantes, los efectos del calentamiento de la Tierra y el cambio climático, la transformación energética y la lucha preventiva contra las pandemias dominan la agenda. Pero la cooperación espacial también debiera estar, buscar la forma de que la experiencia acumulada en los últimos veinte años sea la dominante. El secretario general de la ONU debiera poner especial empeño en esto porque, si así no ocurre, lo que viene será una tragedia en este caso, literalmente, de dimensiones siderales.               

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Parte el nuevo proceso constituyente: Comisión Experta se instala y elige mesa directiva

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La Comisión Experta del nuevo proceso constituyente eligió este lunes -mediante un acuerdo previo- a Verónica Undurraga (PPD) y a Sebastián Soto (cupo Evópoli) como presidenta y vicepresidente de la instancia, respectivamente. La Comisión inició hoy su primera sesión.

Undurraga es abogada y doctora en Derecho de la Universidad de Chile. Asimismo, es profesora titular de la Universidad Adolfo Ibáñez.

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Soto es abogado de la Universidad Católica y doctor en Derecho de la Universidad de Chile. Fue jefe de la División Jurídico Legislativa de la Segpres entre 2010 y 2014, y en 2019 fue parte del equipo técnico del Acuerdo por la Paz.

Por su parte, Juan José Ossa (RN) presidirá la subcomisión de Sistema Político; Catalina Salem (RN) la de Función Jurisdiccional; Máximo Pavez (UDI) la de Principios, Derechos Civiles y Políticos; y Alejandra Krauss (DC) la de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales.

Hernán Larraín fue el encargado de presidir el principio de la primera sesión de la Comisión Experta. Esto, al ser el miembro con mayor edad de la instancia.

  • Comisión Experta entona el himno nacional.

La Comisión Experta es uno de los tres órganos del nuevo proceso constituyente. Su función es redactar un anteproyecto que servirá de base para el Consejo Constitucional (que estará conformado por personas electas).

La instancia está conformada por 24 personas: 12 designadas por la Cámara de Diputadas y Diputados y 12 por el Senado.

Undurraga: “Estamos aquí para servir con obras y no con palabras”

Tras ser elegida como presidenta, Verónica Undurraga dio un discurso. “Estamos aquí para servir con obras y no con palabras, por eso intentaré hablar corto y sencillo. Somos 24 hombres y mujeres a las que sus representantes en el Congreso nos han confiado una tarea muy específica y por un tiempo acotado: proponer a ustedes, a la ciudadanía, un anteproyecto de Constitución en un plazo de tres meses”,

“A estas personas se nos eligió en nuestra calidad de expertas, y lo somos en un sentido: llevamos años trabajando en temas constitucionales. Sin embargo, no perdamos de vista que este es solo una parte del conocimiento que hay que traer a este proceso”, prosiguió.

“Las verdaderas personas que son expertas en conocer las necesidades de nuestras niñas y nuestros niños, de las personas mayores, de lo que se necesita para sacar adelante un emprendimiento, de quienes necesitan atención de salud (…) esas personas son cada una de ustedes (la ciudadanía)”, complementó.

Resto del proceso

La Comisión Experta trabajará durante tres meses, periodo en que elaborará un anteproyecto constitucional. Posteriormente sus miembros se integrarán al Consejo Constitucional.

El Consejo Constitucional estará conformado por 50 personas elegidas mediante sufragio popular. La elección será el domingo 7 de mayo. La instancia funcionará durante cinco meses.

Finalmente, el plebiscito de salida se realizará el domingo 17 de diciembre.

Elizalde: “El diálogo debe ser incluyente”

Los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputadas y Diputados, Álvaro Elizalde (PS) y Vlado Mirosevic (PL), respectivamente, se reunieron este lunes con la Comisión Experta, en la previa a su instalación. Tras la cita, Elizalde instó a que el “diálogo deber ser incluyente”.

“Llevamos muchas décadas, y esto tiene consecuencia con la ruptura democrática, que no ha habido capacidad de establecer un espacio de entendimiento, con proyección de futuro, en que pese a nuestras legítimas diferencias nos consideremos todos parte del mismo proyecto que se llama Chile”, dijo el timonel del Senado en un punto de prensa.

“Creo que el mayor desafío existe de parte de los actores políticos y sociales, y particularmente de los actores políticos. Creo que tenemos que tomar una lección, y por tanto el diálogo debe ser un diálogo inclusivo, o lo que es sinónimo, un diálogo incluyente, porque eso es lo que permite arribar a una buena Constitución para el país”, complementó.

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El fracaso de la Convención Constitucional (I)

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Quizá estemos demasiado encima de los eventos. Quizá no sea posible llegar a una conclusión compartida sobre las razones que llevaron al fracaso de la Convención Constitucional. Sin embargo, ad portas de un nuevo proceso constituyente, es imprescindible que hagamos un esfuerzo por presentar explicaciones coherentes y plausibles de acuerdo a la evidencia disponible. Es lo que hemos hecho con nuestro coautor Stefan Voigt, de la Universidad de Hamburgo, en un trabajo recién publicado en la revista Public Choice (ver aquí).

En un sentido, el proceso constituyente logró lo que buscaba el acuerdo multipartidista que lo activó: conducir la gravísima crisis de octubre de 2019 por un cauce democrático e institucional. El país se dio la oportunidad de resolver esa crisis por una vía que evitara una crisis mayor, como la renuncia anticipada del Presidente o un enfrentamiento civil de gran escala. Sin embargo, fracasó en su tarea específica, que era dotar al país de una nueva Constitución con legitimidad social. ¿Qué podemos aprender de ese fracaso?

En los extremos opuestos del espectro ideológico, se pretende explicar el proceso fallido usando ideas simplistas. Desde la derecha, se dice que los convencionales eran radicales sin los conocimientos suficientes para elaborar una propuesta seria. Desde la izquierda, se dice que la derecha articuló exitosamente una campaña del terror que engañó al electorado sobre los supuestos peligros de la propuesta. Desde luego que se aprobaron propuestas radicales y se cometieron errores. También es obvio que desde la derecha política, que se sintió excluida dentro de la Convención, y desde los sectores más conservadores de la sociedad, hubo una reacción para movilizar el rechazo en el plebiscito de salida. Pero si esa movilización fue exitosa es porque apeló a temores o aspiraciones que la ciudadanía en realidad tenía, sobre todo en los votantes más alejados o indiferentes a la política que votaron por obligación el 4 de septiembre de 2022.

En nuestra evaluación, el fracaso de la Convención fue el resultado de la interacción entre eventos políticos contingentes y reglas de funcionamiento que, ex post, fueron inapropiadas.

Primero, la Convención fue dominada por grupos de independientes que carecieron de liderazgo, organización y programas coherentes de reforma. Esto fue consecuencia directa del profundo descrédito de los partidos, pero el supuesto remedio, que fue la posibilidad de elegir listas de independientes, no solo no dio solución a la falta de representación efectiva de los ciudadanos, sino que lo agravó. Los partidos pagaron su incapacidad de reconectarse con la sociedad con el predominio de los independientes y ese predominio dejó a la Convención sin actores colectivos que pudieran negociar las reformas, defenderlas ante el electorado, y movilizar a los ciudadanos a votar a favor de la propuesta en el plebiscito de salida.

Segundo, la derecha quedó subrepresentada en la Convención y ello desequilibró su funcionamiento. Esta subrepresentación tuvo que ver con que el gobierno contra el cual se produjo el estallido social, que debió liderar la represión y al que se le reprocharon los abusos de derechos humanos, era de derecha. Fue también el precio que pagó la derecha por su defensa ciega y acrítica de una Constitución desacreditada y por su incapacidad de articular propuestas de reforma. Pero la subrepresentación de la derecha en la elección de la Convención fue excepcional. Dependiendo de la elección, su peso electoral ha variado entre 36 y 44%, considerando primeras vueltas presidenciales. Además, ha elegido dos veces un Presidente por medio de las urnas. En la Convención, la derecha logró un 20,6% de los votos y un 23,9% de los asientos, lo que está por debajo de su apoyo histórico, y le impidió tener poder de veto en las decisiones. Pero fue la primera minoría en una asamblea fragmentada y nunca se le reconoció ese peso político en la distribución de posiciones de autoridad. De esta manera, una porción importante de la ciudadanía que se siente identificada con valores conservadores fue excluida y no hubo contrapesos a los grupos radicales que dominaron varias propuestas de reforma.

Tercero, el proceso de redacción fue altamente descentralizado, desordenado y comprometido con una publicidad extrema. La relación entre las comisiones temáticas, que decidían por mayoría simple, y el plenario que decidía por dos tercios de los miembros, generó conflictos alrededor de propuestas que no tenían posibilidad de ser aprobadas. No hubo instancias de negociación institucionalizada que permitieran superar disensos y la integración de los distintos reportes en un único texto no ocurrió sino hasta el final, impidiendo una adecuada evaluación integral de la propuesta.

Cualquier Convención Constitucional democrática aspira a que su composición y decisiones reflejen el pensamiento ciudadano y que el debate esté sometido al escrutinio público. Pero también requiere que se alcancen compromisos políticos que demandan instancias de deliberación a puertas cerradas. Es cierto que la idea de transparencia y publicidad sin límites respondió a una percepción de que el sistema político gradualmente fue encerrándose en sí mismo y llegando a acuerdos de espaldas a la ciudadanía. Pero no es posible anular la política de compromiso y acuerdos. En el contexto de convencionales mayoritariamente sin experiencia política, sin organización partidaria ni programas coherentes de reforma, el nivel de descentralización y publicidad fue problemático, pues redujo la capacidad de dialogar, de aprender y enmendar errores y de pensar la Constitución como un sistema que requiere mirar el conjunto.

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Cese fundición Ventanas: transición justa

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Avanzar hacia una minería sostenible requiere de diálogo y compromiso, así como de la capacidad de asumir decisiones complejas con liderazgo y mirada de futuro.

Hace 262 días el directorio de Codelco determinó iniciar el proceso de cierre de la fundición de la División Ventanas, acuerdo que fue anunciado por el Presidente Gabriel Boric en cadena nacional, dada la relevancia del proceso que se ponía en marcha y que requería de la labor coordinada de diversas instituciones públicas.

El objetivo trazado fue impulsar un proceso de transición socioecológica justa, con la activa participación de los habitantes de Quinteros y Puchuncaví; y a la vez, con acuerdo de las y los trabajadores de Codelco.

Desde el Ministerio de Minería nos abocamos a trabajar en una mesa prelegislativa con las dirigencias gremiales de la División Ventanas, que consideró al mismo tiempo la participación de Codelco y de Enami, para terminar con un proyecto de ley consensuado, en el cual los trabajadores tuvieron un rol clave, dando mayor sustento a la propuesta legislativa.

Es necesario reconocer, en este proceso, la actitud dialogante y comprometida de los trabajadores de Codelco, lo que permitió establecer un plan de transición que entrega óptimas condiciones para su futuro laboral.

La minería que queremos para Chile, debe seguir siendo un pilar fundamental de nuestra economía, un espacio de desarrollo para la innovación y el talento, además de un motivo de orgullo para las y los chilenos. Creemos que ese camino se construye de la mano de una industria responsable con el medio ambiente y que pone el acento en el bienestar de las personas.

La División Ventanas es un complejo industrial y metalúrgico que cuenta con un poder de compra de minerales de Enami que continuará en funciones. De esta manera, se garantiza a los pequeños mineros de la zona, principalmente de las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Coquimbo, que su producción seguirá siendo tratada en otras instalaciones de Codelco.

Asimismo, la refinería continuará sus operaciones siendo potenciada para mejorar su competitividad en los mercados internacionales, de manera más sostenible y potenciando nuevos negocios. Lo que permitirá que la presencia de Codelco en Quintero y Puchuncaví se fortalezca.

El proyecto mandata a nuestro ministerio a presentar, en un plazo de noventa días siguientes a la publicación de la ley, una estrategia para aumentar la capacidad estatal de fundición de cobre del país, haciéndose cargo de una necesidad imperiosa de desarrollar políticas que nos garanticen contar con fundiciones eficientes y rentables, pero por sobre todo no contaminantes.

Es por ello que creamos un Comité de Fundición y Refinería que está trabajando en la evaluación de la capacidad instalada de fusión con miras a fijar nuevos lineamientos para aumentar dicha capacidad. En este sentido, nos hemos coordinado con el Ministerio del Medio Ambiente para abordar el decreto 28, que establece la norma de emisión para fundiciones de cobre y fuentes emisoras de arsénico.

Hoy la Sala de la Cámara de Diputadas y Diputados votará, en su tercer trámite, el proyecto de ley que viabiliza el cierre de la fundición, paso histórico para la minería estatal chilena que se impone altos estándares socioambientales. Una decisión necesaria, que no debe seguir postergándose y que da cuenta de los nuevos desafíos que tiene la industria minera en Chile.

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