El Estado podría ahorrar $22 mil millones anuales recurriendo a dicha alternativa, de acuerdo con estimación. Especialistas y autoridades coinciden en fortalecer la certificación y la confianza en dichos medicamentos.
Fuente: El Mercurio / Judith Herrera
Desde que Alexander Fleming descubrió la penicilina, en 1928, los tratamientos médicos han avanzado en gran medida, acompañados de nuevas tecnologías y métodos. Un ejemplo son las bioterapias, drogas que utilizan componentes biológicos contra enfermedades.
Aquí se insertan los biosimilares, fármacos muy parecidos a una bioterapia de referencia que ya ha sido aprobada y cuya patente expiró.
Su objetivo es alcanzar calidad, seguridad y eficacia comparables al tratamiento original (Ver Dato Clave).
Los biosimilares se han vuelto una alternativa para reducir gastos en salud, en especial de medicamentos de alto costo, ya que tienen precios más accesibles que sus pares originales. En Chile, por ejemplo, si se consideran solo algunas drogas, el Estado podría ahorrar más de $22 mil millones anuales, como plantea un estudio de la asociación gremial Pro Salud Chile.
Investigación
El análisis fue realizado en base a información publicada por la Cenabast en torno a cuatro drogas biológicas para terapias cancerígenas y de otros tipos (Adalimumab, Trastuzumab, Rituximab e Infliximab), que tienen opciones de productos de referencia y alternativas biosimilares registradas por el Instituto de Salud Pública (ISP).
Si hoy se gastan $40 mil millones, en un escenario de intercambiabilidad, el costo sería de $17,3 mil millones, una disminución de $22,7 mil millones.
Junto con reducir el gasto, también podría subir el número de pacientes que necesitan tratamientos de alto costo. Actualmente se atiende anualmente a un poco más de 10 mil personas con estas cuatro drogas. Si se utilizaran biosimilares, la cifra podría crecer hasta casi 19 mil, a raíz de los ahorros generados y reinvertidos.
“Los biosimilares representan una oportunidad concreta e inmediata de atenuar la crisis que vive el sistema de salud, donde no se ha podido aumentar la cobertura en término de número de pacientes tratados en distintas enfermedades cubiertas por GES y Ricarte Soto, en las se usan productos biológicos, especialmente en cáncer”, dice Jean-Jacques Duhart, vicepresidente ejecutivo de Pro Salud Chile.
Avances
En Chile, uno de los desafíos es potenciar la certificación de estas nuevas terapias que ya cuentan con la validación de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos, en español) de Estados Unidos o la EMA (Agencia Europea de Medicamentos, en español).
Hace unos días, en un seminario sobre el tema, la directora del ISP, Catterina Ferreccio, apuntó a que con los biosimilares “podríamos tener un alto impacto en coberturas si logramos aumentar su certificación. Una de las tareas que me encomendó la ministra de Salud es aumentar esta capacidad en el instituto”.
En esa línea, comentó que una clave “es la colaboración internacional con agencias reguladoras, en un proceso que se llama confianza mutua, para poder utilizar reediciones que han hecho agencias reguladoras de alta calidad, reconocidas por la OMS y poder confiar en esas evaluaciones”.
Cecilia Rodríguez, representante de las organizaciones de pacientes Ciudadanía en Salud y Fundación Me Muevo, plantea que “en materia de terapias vamos avanzando rápidamente a drogas que son más precisas, que trabajan de mejor manera sobre la patología y con mejores resultados”. Sin embargo, dice que “dado eso, también han escalado los precios y por ende las brechas de acceso a estos tratamientos”.
Para la presidenta del Colegio Médico, Anamaría Arriagada, el ISP tiene un rol fundamental en esta área: “Debe aumentar la aprobación de estos productos y considerar establecer aprobaciones más rápidas cuando agencias como la FDA o la EMA ya los han aprobado”.
Agrega que también es importante la educación médica, “entendiendo qué son los biosimilares y reconociendo cuando están aprobados por agencias acreditadas. Así, podemos explicarlo a los pacientes para que no vean el cambio de un medicamento a otro como algo peligroso para su salud”.
“Debemos asegurar que los pacientes confíen en los biosimilares, ya que son una alternativa valiosa, especialmente para sumar más tratamientos y atender a más pacientes”, afirma.