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En 2008 comenzó a implementarse un sistema que, entre otras medidas, permite acceder de manera online a la ficha clínica de la población, facilitando la portabilidad de estos datos, sin descuidar su inviolabilidad.

Fuente / VCT El Mercurio

Una persona sufre un infarto y requiere una ambulancia con urgencia. Luego de que sus familiares la piden vía online o telefónica, el personal de la ambulancia, en el trayecto, ingresa en una tableta un código único de identificación del paciente y puede acceder a todo su historial médico, independiente de dónde se haya atendido. Tras recoger al paciente y evaluar su estado, envía nueva información al hospital de destino para que tengan todo listo a su llegada.

Este es un ejemplo del tipo de cuidados al que puede acceder un ciudadano de Estonia. Allí, el 99% de los trámites oficiales ?como pedir un certificado, renovar el carnet o votar? puede hacerse en forma online. La salud no escapa a esa dinámica: la nación europea está considerada pionera en el área de la sanidad digital. En 2008 comenzó un proceso de renovación que hoy cuenta con un portal nacional de salud, en donde se puede acceder a la historia médica completa de la población.

Un sistema que ha permitido abaratar costos, facilitar diagnósticos y optimizar la atención y tratamientos; que ha inspirado a otros países y que, a juicio de expertos, también puede servir de guía a nivel local.

En Chile, este año se retomó un proyecto en el Congreso que busca la portabilidad de la ficha clínica entre diferentes prestadores. Aunque por ley (de Derechos y Deberes de los Pacientes) esta información, que incluye consultas, resultados de exámenes y diagnósticos, pertenece a cada persona, los datos no pueden ser intercambiados entre diferentes centros médicos.

En la práctica, lo anterior provoca que en muchas situaciones se deban repetir exámenes al cambiar de centro de salud, lo que, además de encarecer la atención, puede retrasar el diagnóstico y tratamiento.

»Países avanzados, como Estonia, que llevan años trabajando en digitalización de datos, lograron establecer la base que falta en Chile: qué se va a compartir y cómo. Sin eso, no se puede hacer nada», enfatiza Alejandro Mauro, médico y jefe de Transformación Digital de la Clínica Alemana.

»Aquí falta por definir cómo compartir la información, un formato de intercambio, y qué tipo de información médica. Una ficha clínica es gigante e incluir todos los registros que hay en ella en la portabilidad no tiene sentido», agrega.

Precisamente, eso fue el primer paso que evaluó Estonia.

»Los datos de salud digitales comenzaron a ser predeterminados en la atención médica en Estonia en 2008», explica a »El Mercurio» Erika Piirmets, digital transformation adviser del e-Estonia Briefing Centre, una de las entidades encargadas de administrar esta información.

El mecanismo »se basa en la infraestructura digital que existe aquí desde principios de 2000: autenticación sólida de identificación personal electrónica (un código único e inviolable por persona), interoperabilidad de diferentes organismos gubernamentales y bases de datos que se ejecutan con un mismo software, que es la plataforma de integración para el intercambio seguro de datos», precisa.

Piirmets aclara que no existe una »súper base de datos» para alojar la información de forma centralizada, sino que »todos los proveedores de servicios médicos alojan de forma segura sus datos en sus servidores, pero compartiendo su acceso».

»Estandarización es la palabra clave», agrega Tõnis Jaagus, jefe de la División de Salud del Estonian Health and Welfare Information Systems Centre. »Al crear el servicio, todos deben estar de acuerdo: pacientes, profesionales de salud, organizaciones médicas, hospitales y todas las partes interesadas».

Atención personalizada

Jaagus reconoce que el tamaño de su población ?Estonia tiene poco más de un millón 300 mil habitantes? fue una ventaja, al igual que el hecho de que no existen tantos proveedores de atención médica. »En 2024 ya hay 166 millones de documentos médicos diferentes disponibles en el sistema».

Estos datos, agrega Piirmets, están »abiertos por defecto» para todos los profesionales médicos con una licencia de ejercicio válida. »Como los datos pertenecen legalmente a la persona, cada una puede acceder al Portal del Paciente y ocultar partes o todos sus datos médicos» (a ciertas empresas, por ejemplo).

En el portal los pacientes también pueden declarar, por ejemplo, si quiere ser donante de órganos. »Los datos también pueden ser utilizados fuera de la atención sanitaria», precisa Jaagus. »Lo hace la Oficina de Seguridad Social, que es responsable de las evaluaciones de discapacidad y pensiones asociadas». También se recurre a esta información para renovar la licencia de conducir, sin necesidad de pasar por el examen médico que es requisito en el país.

En el mismo portal queda un registro que permite a la persona ver quién ha revisado sus datos médicos (ver recuadro).

Otra de las innovaciones es la e-Prescription, un sistema centralizado de recetas médicas: el médico emite una receta de forma electrónica, a la que puede acceder la farmacia una vez que el paciente muestra su tarjeta de identificación. Allí también aparecen los subsidios médicos estatales a los que el paciente tiene derecho, y los descuentos asociados. Hoy, el 99% de las recetas se emiten electrónicamente.

El sistema incluso ya opera en conjunto con países como Finlandia, agrega Jaagus. »Lo mismo ocurre con otros países conectados al sistema, como España, Croacia y Portugal».

Junto con optimizar la atención de salud, la iniciativa busca »avanzar hacia una atención sanitaria personalizada», dice Piirmets. Esto se complementa con el Biobanco de Estonia, a partir de la recopilación voluntaria de datos genómicos.



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