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Por ahora se desarrolla un proyecto piloto que utiliza esta tecnología para ayudar a categorizar a los pacientes por su gravedad y mantenerlos informados de cuánto tiempo transcurrirá hasta ser atendidos.

Fuente / Alexis Ibarra O. – El Mercurio

El Hospital de Quintero -a pesar de ser pequeño y considerado de baja complejidad- es el que más denuncias por agresiones tiene de todo el Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota.

»En 2022, cuando analizamos dónde sucedían las agresiones en el hospital, vimos que el 60% ocurría en el Servicio de Urgencia, y al analizar en qué lugar específico, el 70% se producía en la primera línea de admisión, es decir, la persona que recibe al paciente y la categoriza según su gravedad», dice la enfermera Carla Cárdenas, subdirectora de gestión del cuidado en el Hospital de Quintero.

Quintero tiene una larga y conocida historia de problemas de salud derivados por ser una »zona de sacrificio» por temas ambientales.

En 2018 fue tema nacional la saturación de su Servicio de Urgencia dada una crisis ambiental severa que afectó sobre todo a menores de edad. »No es que hayan pasado los problemas, de hecho en 2023 tenemos más atenciones que en 2018, pero ahora adoptamos nuevos protocolos internos y vamos a los colegios a atender a los alumnos. Ya llevamos 2 mil atenciones», explica la enfermera, quien ha vivido toda su vida en Quintero y asegura que hay un malestar generalizado de la población contra el Estado.

Por eso la insatisfacción de los pacientes fue el problema a abordar cuando se les presentó la posibilidad de integrarse a la iniciativa »Juégatela por la Innovación e Impulsa el Cambio», desarrollada por Pro Salud Chile y Cens (Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud), apoyada por Corfo y auspiciada por el Ministerio de Salud.

»Nace en 2022 para acompañar y acelerar procesos de innovación en instituciones que tengan que ver con salud pública. En ellas se produce una paradoja: son las que más necesitan incorporar cambios, pero son las que presentan más barreras para hacerlos dadas las dificultades administrativas y la burocracia, o porque no tienen una cultura de innovación», dice Jean-Jacques Duhart, vicepresidente Ejecutivo en Pro Salud Chile.

»Juégatela por la Innovación e Impulsa el Cambio», cuenta Duhart, hizo un llamado amplio a que instituciones de salud postularan a la iniciativa. Fueron 85 las postulaciones provenientes de 37 instituciones públicas y privadas de todo el país, donde quedaron seleccionadas 70 para el inicio del programa en agosto de 2022. Siete ya van en la etapa más avanzada de pilotaje.

»El proceso se inició con un entrenamiento de desarrollo de capacidades de innovación a través de una serie de metodologías de trabajo en red, impulsadas por mentores que era gente con experiencia en innovación. La clave es generar una comunidad para que se sientan acompañados y que sirva, además, para intercambiar experiencias», aclara Duhart, quien añade que la primera tarea era identificar sus necesidades, que se hicieran cargo de sus »propios dolores» y, luego, plantear soluciones hechas a la medida.

Con posterioridad al proceso de determinar la necesidad se realiza un »Match-Making desafío/solución», donde el prestador de salud (en este caso el Hospital de Quintero) plantea su necesidad y se busca una empresa tecnológica que pudiera darle respuesta. En este caso fue SmartLab, creada por peruanos, pero que se instaló en el país como beneficiaria del programa Start-Up Chile.

El problema que abordaron es mejorar la satisfacción del usuario, sobre todo aquel catalogado como C4 y C5, que son aquellos pacientes que van a la urgencia pero no están en riesgo vital o su dolencia no es de gravedad. »Un ejemplo, de ello son los que vienen por esguince o porque están resfriados. Ellos son los que más tienen que esperar porque la atención en urgencia no es por orden de llegada sino por gravedad», explica María Fe Salazar, cofundadora de Smart Lab.

En promedio un paciente C4 y C5 puede esperar entre tres y cuatro horas en el Hospital de Quintero, aclara Cárdenas. »Son pacientes que debieran ir a un consultorio, pero son entre el 60 al 70% de los que llegan a la Urgencia de Quintero», dice.

Con la ayuda de inteligencia artificial quieren ayudar a que ese paciente ahora cuente con más y mejor información. Ya van en el mes dos del pilotaje y piensan que la solución tecnológica estará terminada entre marzo o abril de 2024.

»Nuestra solución es un software llamado SmartTriage que da soporte para las decisiones clínicas. En este caso utilizará los mismos datos que el personal de salud ingresa en la recepción del paciente, porque no queremos que se trabaje de más. Estos datos son, entre otros, la sintomatología, los signos vitales y a esto se une su historial médico. Lo primero que hace el software es sugerir una categorización del paciente basado en inteligencia artificial, un selector de urgencia», dice Salazar.

Pero, por otro lado, la solución entregará información al paciente que está en espera para que pueda entender »lo que está tras bambalinas».

»Queremos que la inteligencia artificial le entregue información en tiempo real al paciente de cuál es su lugar en la lista y cuánto es el tiempo que a él le falta, y que no sea un tiempo promedio general», aclara Cárdenas.

»También que se sepa qué pasa adentro, porque mucha gente piensa que el personal no está haciendo nada y hay pacientes que entran por ambulancia ?y la gente no los ve? y, según su gravedad, hay que dedicarle mayor atención», añade.

»Creemos que el usuario es solidario y si tú le dices que va a tener que esperar más porque se está intentando salvar una vida, creemos que lo van a entender. Si saben que tienen que esperar, pueden tomar mejores decisiones de qué hacer con su tiempo», dice Cárdenas, quien añade que tras esta innovación está el darle un enfoque más humano a la atención de salud. »El hospital no lo podía hacer solo y por eso la importancia de estas alianzas», concluye Cárdenas.

El sector privado tiene un rol claro en la consecución de este objetivo, llevando a cabo alianzas con el sector público, la sociedad civil, las universidades, el mundo científico y otras empresas para realizar proyectos que contribuyan a alcanzar los ODS.



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