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Fue el único parlamentario de oposición en permanecer en la mesa de seguridad convocada por el Gobierno cuando toda la derecha decidió restarse, como una medida de presión luego del anuncio de los indultos presidenciales, en diciembre pasado. En esa ocasión, el senador Manuel José Ossandón (Renovación Nacional) desafió a su sector y, una vez más, hizo notar su discurso con fuerte énfasis en la seguridad pública y en la necesidad de enfrentamiento a la delincuencia, una agenda que él ha hecho suya y que ha buscado canalizar en sus intentos por llegar a la Presidencia de la República.

Bajo esa óptica, hoy el senador Ossandón observa una “grave crisis de seguridad y emergencia nacional producto de la delincuencia”. Respecto a la iniciativa de demolición de narco-casas impulsada por el alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, estima que no resuelve el problema de fondo. Según el parlamentario, lo que hizo hábilmente Carter fue crear una figura comunicacional potente que ha permitido sensibilizar respecto a esta materia y dejar al descubierto la “ineficiencia del Gobierno”.

Descartando la posibilidad de pensar en candidaturas presidenciables –con Carter emergiendo como una de las posibles cartas de un sector de la UDI–, el hoy senador y exalcalde de Puente Alto se refiere también a los desafíos de Chile Vamos en el proceso constituyente que recién comienza, y en el cual apuntan a tener más protagonismo e incidencia. En ese sentido, Ossandón descarta que la nueva Constitución sea igual o muy parecida a la actual Carta Magna, esto considerando las suspicacias que causa en un sector de la izquierda el hecho de que sean los mismos defensores de la Constitución de 1980 los encargados de sepultarla.

-¿Qué opina del alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, como figura política, y la demolición de narco-casas en dicha comuna? 
-Creo que hoy estamos viviendo una emergencia nacional producto de la delincuencia, y el Gobierno no se ha dado cuenta. Y ahí está la principal diferencia entre ellos (oficialismo) y nosotros (oposición) en esta materia, y es que el Gobierno ve a la delincuencia como un problema más y no como una emergencia nacional. Y en el fondo, lo que hizo el alcalde Carter es, con una figura comunicacional potente, sensibilizar sobre esta materia. Pero debemos entender que las verdaderas casas de los narcotraficantes que tenemos que detener no tienen orden de detención. Pero, más allá de eso, y en cuanto a la figura política del alcalde Carter, me parece que pensar hoy en candidaturas presidenciales es ridículo. Que una persona sea candidata a la Presidencia porque demolió una casa y logró salir en todos los matinales es ridículo. Aquí tenemos que tener políticas de Estado, y yo felicito a Carter porque creó una figura comunicacional capaz de dejar al descubierto la ineficiencia de este Gobierno.

-¿Y cómo observa el reciente pronunciamiento del Tribunal Constitucional (TC) respecto a los indultos presidenciales, que le dio un respiro al Gobierno? ¿Cree que con esto se cierra un capítulo?
-Más que un indulto presidencial, fue un insulto presidencial, y va a ser un caso muy grave para el Presidente Boric en el futuro, que le va a acarrear muchos problemas, como le pasó con el caso Caval a la ex Presidenta Bachelet. Y el punto que tocó el Tribunal Constitucional ya está tocado, el problema ahora lo va a tener el Presidente de la República. Al respecto, espero que la nueva Constitución se preocupe de que, en el futuro, los jueces y ministros del TC tengan un origen distinto y no político, para garantizar mayor estabilidad. En este caso, todo el mundo sabía que esta votación iba a ser favorable al Gobierno por 5-3 votos, por lo que se hace necesario que la votación sea según estándares jurídicos y no por percepciones políticas.

-¿Pero cómo es que Chile Vamos se articula en esa tarea? ¿Qué tan dispuestos están a negociar y a ceder, a cambio de evitar perder influencia? 
-Nosotros no sacamos nada con tener de rodillas al Presidente Boric, porque es el Presidente de la República, y si a él le va mal, este país se hunde. Nosotros tenemos la responsabilidad porque juramos –frente a la Constitución y frente a La Biblia algunos– que nos tenemos que jugar por este país, ese es nuestro deber. Por lo tanto, tenemos que sentarnos a una mesa a discutir en materia de delincuencia, y a otra mesa a discutir sobre previsión social, que está vinculado al debate sobre reforma tributaria, pero necesitamos un Gobierno que sepa lo que quiere. Recordemos que fue el propio Presidente Boric quien rompió la mesa de seguridad con los indultos. Se le suplicó que no indultara a delincuentes, lo hizo igual.

Y en cuanto a la reforma tributaria, por su parte, ellos mismos (oficialismo) no fueron capaces de alinear a su gente porque estaban “pasando la máquina”, para después negociar de nuevo. Si aquí lo que queremos es una reforma tributaria que recaude más y que no suba los impuestos por subirlos. En los últimos 10 años hemos hecho seis reformas tributarias, por lo que creo que se hace necesario hacer una a largo plazo. Desde RN y Chile Vamos tenemos una visión pro constructiva, no nos interesa destruir al Gobierno, pero sí queremos que se toquen los temas con transparencia y profesionalismo, y la verdad es que tenemos a un Gobierno absolutamente amateur. El Presidente Boric llegó con una varita mágica, con la cual iba a arreglar todos los problemas, pero le robaron la varita.

-Y en cuanto al nuevo proceso constituyente, ¿cuáles son sus expectativas, considerando que su sector (Chile Vamos), a diferencia del anterior proceso, ahora tendrá mayor participación e incidencia en esta discusión?
-Creo que vamos por un muy buen camino, porque hemos visto que el grupo de expertos está demostrando una gran calidad técnica y republicana. Este no es un tema ni de izquierda ni de derecha. Si aquí creemos que hay que ir a sacar una tajada para agarrar un poco más o un poco menos, estamos absolutamente equivocados. Aquí está en juego el futuro de Chile, y los expertos –por lo que he visto y he conversado– están haciendo un trabajo profesional extraordinario, más allá de las evidentes diferencias que puedan existir. Lo importante es que debemos ser capaces de ponernos de acuerdo en las diferencias, y yo creo que este nuevo proceso, al revés del otro que fue un circo, este está siendo un ejemplo.

-¿Pero no existe el riesgo de un sobreempoderamiento de la derecha y sectores conservadores emergentes en este nuevo proceso, que imposibilite cambios importantes?
-Y todos tendrán que ceder pues, porque, cuando uno negocia y conversa, no puede pretender que todo tenga que salir “a la pinta de uno”. Por lo tanto, no es que queramos una Constitución a medida de Chile Vamos –lo cual sería un error inmenso, porque cometeríamos el mismo error que acaba de cometer la ultraizquierda en el proceso constituyente pasado, donde buscaron imponer sus ideas y dejaron afuera a todo el mundo–, nosotros, al revés, queremos que este proceso y su funcionamiento sean distintos, y están siendo distintos. Porque, además, los expertos que hoy trabajan son personas representativas de todos los colores políticos, gente muy preparada que está en “una parada” muy responsable, que apunta a buscar la unidad para tener la mejor Constitución posible para el futuro de todos los chilenos, no de unos pocos.

-¿Qué dice de aquellas suspicacias que genera este mayor protagonismo de su sector (Chile Vamos) en el proceso constituyente, debido a su fuerte ligazón ideológica con la Constitución de 1980?
-Pienso que el 62% de los chilenos rechazó una Constitución que quería refundar el país, y eso nos dice que este país es mucho mejor del que conocíamos y nos dice también que la Constitución de 1980 no es el demonio. Y más allá de que compartamos la necesidad de tener una nueva Carta Magna, entendiendo que las constituciones no son mágicas, por lo que va a combinar elementos nuevos con otros aspectos del pasado, porque la Constitución de 1980 tiene la tradición republicana de todas las constituciones para atrás. Por eso, si alguien cree que aquí se va a hacer una Constitución completamente nueva, con todo distinto, está equivocado. Por supuesto que aquí se está considerando toda nuestra historia republicana, desde la primera Constitución hasta la de 1980.

En ese sentido, creo que quienes trataron de demostrar que Chile quería una refundación para convertirnos en un país plurinacional que no somos, se dieron cuenta de que la gente demanda mayores derechos sociales y que tengamos también una mayor responsabilidad social. Estoy muy confiado en que este va a ser un proceso transversal y responsable. Creo que hay muchas constituciones modernas que funcionan ya hace muchos años en países desarrollados, por lo que no tenemos que inventar la pólvora. No debemos cometer ese error, porque ya trataron de hacerlo en el fallido proceso anterior y, finalmente, se transformó en un circo vergonzoso, con una muy mala propuesta para el país.

-Finalmente, y en cuanto al reprochable comportamiento de la diputada María Luisa Cordero –en contra de la senadora Fabiola Campillai–, ¿comparte la decisión de la bancada de diputados de RN de no expulsarla, lo cual generó malestar en un sector de su partido?
-La principal sanción le corresponde a la Comisión de Ética de la Cámara. El gran castigo en política es el castigo de la gente, y la doctora Cordero será castigada, porque lo que hizo no tiene nombre. Lo que debió haber hecho la diputada es haber tenido un acto de grandeza y haberse disculpado con la senadora Campillai, porque se equivocó. La senadora Campillai tiene pensamientos diametralmente opuestos a los míos, pero eso no quiere decir que no merezca todo mi respeto y toda mi solidaridad por lo que le pasó. No podemos estar jugando políticamente con el sufrimiento de nadie, eso no se hace, ni en la izquierda ni en la derecha.

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