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El periodista y analista ruso Konstantin Eggert (Moscú, 1964) desmintió este viernes que la invasión de Ucrania esté relacionada con una amenaza que represente la alianza militar OTAN a Rusia, tal como ha afirmado el presidente Vladimir Putin.
Eggert visitó Chile en el marco de una gira latinoamericana junto con Kirill Martynov, subeditor en jefe del diario Novaya Gazeta Europa, galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2021; Pavel Andreyev, integrante de la junta directiva de la ONG Memorial, distinguida con el Premio Nobel de la Paz 2022.
En entrevista con El Mostrador, Eggert destacó que Ucrania no es miembro de la OTAN y tampoco lo será en un futuro inmediato. “Es un pretexto, un argumento ridículo”, dijo.
Verdaderas razones
Eggert tiene una extensa trayectoria periodística: es analista de asuntos rusos para la Deutsche Welle, emisora internacional de Alemania, donde también presenta el programa de entrevistas en idioma ruso ‘Trending’. Entre 2016 y 2018, trabajó para TV Rain, un innovador canal de televisión independiente de Rusia. También trabajó para Kommersant, el grupo de medios privados más antiguo de Rusia, así como en el sector empresarial. Entre 1998 y 2009 trabajó para el Servicio Mundial de la BBC, y de 2002 a 2009 actuó como Jefe de la Oficina de Moscú del Servicio Ruso de la BBC.
Si bien admitió que Rusia tiene fronteras con algunos países de la OTAN, como los bálticos, Noruega y Polonia, señaló que la mayor parte de las mismas no corresponde a miembros de la organización militar.
Eggers señaló que las razones del conflicto son varias: el deseo de Putin de “inscribir su nombre en la historia”, “vengar la caída de la Unión Soviética” y “volver a hacer grande a Rusia”; “distraer a las masas de los problemas internos del país”, y también para garantizar la “supervivencia” del propio régimen de Putin.
El analista además destacó que existe la creencia errónea, a su juicio, de que Rusia hoy es como la antigua Unión Soviética.
“Sus líderes actuaban de manera colectiva y tomaban decisiones en interés del país. Putin es diferente. Putin y sus aliados no sólo gobiernan Rusia, sino que además son dueños de Rusia”.
En ese sentido, apuntó a que los jefes de la petrolera Rosneft y la gasífera Gazprom son todos amigos de Putin, al igual que los responsables del comercio de armas y diamantes.
“Así que todas las decisiones que toman no es tanto en interés de Rusia, sino en su propio interés”, destacó.
Largo conflicto
Eggert además subrayó que el conflicto entre ambos países no partió el año pasado, sino en 2014, cuando Rusia se apropió de Crimea.
En ese sentido, señala que han sido nueve años de propaganda contra Ucrania y Occidente al interior de Rusia los que abonaron el terreno para que la opinión pública del mayor país del mundo apoyara la invasión del año pasado. “Pero el mundo no prestaba atención”, lamentó.
Ahora la guerra es mostrada “como una guerra contra Occidente”, porque eso permite justificar cualquier acción.
Respecto a qué parte de la opinión pública apoya la invasión, Eggert señala que es imposible decirlo. En su opinión, debido a la historia represiva del país, los rusos temen al Estado y no suelen decir lo que realmente piensan en las encuestas, a lo que se suma la propaganda oficial en medio de lo que “es esencialmente una dictadura”.
Opinión pública
“Mucha gente no quiere saber nada de esta guerra, quieren que los dejen tranquilos y que Putin decida. Porque conocimiento implica acción”, ejemplifica. “No apoyan la guerra, pero tampoco se oponen a ella”.
Agregó que actualmente la guerra está presente sobre todo en la televisión “donde le dicen a los rusos que la guerra va muy bien y que Ucrania caerá mañana”, pero no es algo que se note en las grandes ciudades.
En cuanto a la duración de la guerra, señala que es imposible determinarlo, y cree que Putin seguirá adelante mientras pueda, sin grandes operaciones, mientras ve que Ucrania tampoco dará su brazo a torcer.
Rusia tiene una tradición de conflictos de larga duración, como lo demuestra la Primera y Segunda Guerra Mundial, y otros tras la caída de la Unión Soviética, como la guerra de Chechenia (1994-1996 y 1999-2009).
Impacto económico
Eggert admitió que la guerra incluso a nivel económico por ahora no se siente, a pesar de las sanciones occidentales, porque Rusia ha podido redirigirlo sus exportaciones a países como China e India.
“Incluso si vende su petróleo con grandes descuentos, aún tiene dinero para financiar la guerra y a su servicio secreto, y otorgar aumentos de sueldos a los empleados públicos, subir las pensiones y las becas para quedar bien entre la población”, explicó.
A pesar de la inflación del año pasado, que cifró en 14%, señaló que en 2022 Rusia tuvo superávit fiscal debido a los altos precios del gas y el petróleo. Eggert estima que Putin podrá seguir adelante por un tiempo, aunque la economía decaiga en el mediano plazo.
Para el analista los mayores daños y desafíos para la economía son en la importación de bienes de alta tecnología, como microchips y semiconductores, necesarios en la industria armamentística y aeronáutica.
A esto se suma que un millón de rusos abandonaron el país el año pasado, entre ellos numerosos especialistas en temas informáticos. Ahora el gobierno intenta que regresen.
Libertad de prensa
Finalmente, para Eggert no hay libertad de prensa ni de opinión en Rusia. “Ni siquiera puedes llamar guerra a la guerra”, asegura.
El periodista denunció que incluso han sido enjuiciadas y condenadas personas por debates realizados en las redes sociales.
Esto explica que varios medios hayan abandonado el país y continúen su labor desde el exterior, como es el caso de Novaya Gazeta, que actualmente tiene su base en Europa.
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