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Organizaciones ambientalistas celebraron este lunes un acuerdo alcanzado en las Naciones Unidas para la protección de los océanos, amenazado por factores como la pesca, la minería y el transporte marítimo.

La organización ambientalista Greenpeace calificó la creación del tratado como una victoria monumental para la protección de los océanos.

“Este tratado es muy importante porque esta discusión se ha llevado por más de veinte años respecto a cómo normar las aguas de altamar”, resaltó por su parte la directora ejecutiva de Oceana Chile, Liesbeth van der Meer.

“Este tratado da un marco para ver cómo vamos a realizar la protección de una superficie marina que es casi dos tercios del océanos del planeta, muy grande y poco regulada, donde se encuentran muchas especies que son migratorias”, agregó. Ejemplificó que un tiburón protegido en aguas chilenas sale de las 200 millas de Zona Económica Exclusiva (ZEE) y tiene menor protección.

El acuerdo

Los países miembros de la ONU alcanzaron la madrugada de este domingo un acuerdo para crear el primer tratado internacional de protección de la altamar, un instrumento que se negociaba desde hace años y que expertos y organizaciones ecologistas consideran esencial para contrarrestar las amenazas que pesan sobre ecosistemas vitales para la humanidad.

El consenso llegó tras una maratónica ronda de negociaciones que arrancó el 20 de febrero y que tenía previsto su cierre el viernes pasado, pero continuó durante toda esa noche y la jornada del sábado. Fueron más de 35 horas seguidas de discusiones, para limar las últimas diferencias y terminar el domingo con un acuerdo. Entre otras cosas, el texto sienta las bases para el establecimiento de zonas marinas protegidas.

“El barco llegó a la costa”, anunció la presidenta de la conferencia, Rena Lee, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, entre los aplausos de los delegados. Para arribar a este momento no solo pasaron las 35 últimas horas, sino más de 15 años de discusiones, incluidos cuatro de conversaciones formales.

Crisis ambiental

“Este es un momento histórico, particularmente en un momento de crisis ambiental”, coincidió el experto Max Bello, asesor de políticas públicas del océano de Mission Blue. “Tal vez la gente no se dé cuenta de la importancia global y para la humanidad de este paso. Hemos esperado por décadas un acuerdo sobre la altamar”.

“El planeta está cubierto en un 70% por océanos y de este un 64% está en altamar, fuera de las 200 millas que se conocen como la zona económica exclusiva de los países. Ese sector no ha tenido reglas claras y, por lo tanto, ha sido y ha venido siendo destruido por una docena de países que han tenido las capacidades económicas para llevar sus flotas a pescar afuera. También hemos visto intereses de la minería submarina para poder hacerse de esos recursos, con un nivel de destrucción gigantesco. Lo mismo con países que han pensado en deshacerse de materiales nucleares en zonas de altamar”, explicó Bello.

“Ese sector es probablemente uno de los menos conocidos del planeta, pero también el más importante. Hoy sabemos que la mayor diversidad del planeta está en el océano, que es el mayor secuestrador de carbono y el mayor productor de oxígeno. Tener reglas para distribuir los recursos genéticos que allí existen es una cuestión clave. Lo que necesitamos ahora es ratificarlo para que el acuerdo pueda entrar en vigor y para trabajar los detalles de lo que significa”, aseguró.

Tratado esencial

El tratado es considerado esencial para conservar el 30% de los océanos del mundo hacia 2030, como prometieron los gobiernos del globo en un acuerdo firmado en Montreal en diciembre pasado. Actualmente, apenas el 1 % de la altamar está protegida. La adopción formal del tratado, sin embargo, tendrá que esperar hasta que un grupo de técnicos garantice la uniformidad de los términos utilizados y se traduzca a los seis idiomas oficiales de la ONU.

El texto acordado no puede sufrir alteraciones significativas, dijo la presidenta de la conferencia, Rena Lee a los negociadores, pese a que Rusia quiso dejar la puerta abierta para realizar algunos ajustes.

“No habrá reapertura ni negociaciones sustanciales”, señaló la presidenta del encuentro. La altamar comienza donde terminan las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de los Estados, a un máximo de 200 millas náuticas (370 km) de la costa, por lo que no está bajo jurisdicción de ningún país.

Por ello, y pese a su enorme importancia para el planeta, la altamar ha sido gestionada por una serie de acuerdos y organismos internacionales sin una jurisdicción clara, sin demasiada coordinación y con unas normas inadecuadas para su protección.

El texto pasará ahora, como se señaló, por un proceso de edición técnica y traducción, antes de ser adoptado oficialmente en otra sesión.

Celebración

Para Greenpeace, el acuerdo constituye una señal importante de que el multilateralismo aún funciona, en un mundo cada vez más dividido.

“Aunque parecía imposible a mediados de la semana pasada, los gobiernos han dado un paso importante para el fortalecimiento de la protección legal de nuestros océanos y de su biodiversidad”, dijo Estefanía González, coordinadora de campañas de Greenpeace.

“Este acuerdo marca el camino para el establecimiento de áreas marinas protegidas en altamar, que representan dos tercios del total de nuestros océanos. Su protección permite resguardar la biodiversidad además de aumentar nuestra resistencia al cambio climático, salvaguardando la vida y los medios de subsistencia de miles de millones de personas”.

Desde Greenpeace agregaron que “el próximo paso es pasar de las palabras a la acción concreta, los países deben adoptar formalmente el Tratado y ratificarlo lo antes posible para que entre en vigor, y luego crear los santuarios marinos totalmente protegidos que nuestro planeta necesita. Nos demoramos dos décadas en establecer este tratado, hoy debemos avanzar mucho más rápido en su implementación”, recalcó González.

Aunque el texto sigue planteando importantes problemas, se trata de un tratado viable que constituye un punto de partida para proteger el 30% de los océanos del mundo. El reparto equitativo de los beneficios monetarios de los recursos genéticos marinos fue uno de los principales puntos de fricción y que no se resolvió sino hasta el último día de negociaciones.

La sección del Tratado sobre Áreas Marinas Protegidas elimina la toma de decisiones basada en el consenso, que ha fracasado a la hora de proteger los océanos a través de organismos regionales como la Comisión del Océano Antártico (CCAMLR). 

González agregó: “En la COP15 sobre biodiversidad, se acordó el objetivo de 30×30 para proteger el 30% del planeta al 2030, este objetivo no podría alcanzarse sin este tratado histórico. Es vital que los países lo ratifiquen urgentemente, y esperamos que Chile sea unos de los primeros países en hacerlo. El nuestro es un país que ha declarado priorizar la protección de los océanos, y eso se debe ver reflejado en la rápida ratificación de este tratado, en el trabajo en propuestas concretas para proteger la altamar y en el avance hacia proteger también nuestros mares, dejándolos libres de actividades dañinas como la salmonicultura. El océano es uno solo y necesita protección en todas sus escalas”.

Aun así, otros especialistas fueron más cautelosos.

“Miro este acuerdo con cautela. Si bien establece un mecanismo para la creación de reservas marinas, el quórum es muy exigente y difícil de cumplir. Seguramente pasarán varios años antes de que se cree un área marina protegida en virtud de este acuerdo”, afirmó Alex Muñoz, director de National Geographic Pristine Seas para América Latina.

“También la evaluación de impacto ambiental en altamar dependerá en gran parte de la voluntad de los países responsables de dichas actividades, lo que introduce una duda sobre su independencia”, puntualizó.

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