Octubre es internacionalmente el mes de la sensibilización sobre el cáncer de mama. Diferentes campañas comunicacionales buscan concientizar, entre otras cosas, sobre la importancia de la detección precoz y lo fundamental del examen periódico. Y es que este tipo de enfermedad es de las más comunes a nivel mundial y local.
“Inequidades en los resultados del cáncer de mama en Chile: un análisis de la letalidad y tasas de supervivencia (2007-2018)” es el título de esta investigación desarrollada por la académica del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile e integrante del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), Susana Mondschein, además de Benjamín Madariaga, ingeniero y Magíster en Ingeniería Matemática de la Universidad de Chile, y Soledad Torres, del Centro Integral de la Mama de la Clínica Las Condes.
Entre sus hallazgos, el estudio plantea que las mujeres afiliadas a Isapres tuvieron una tasa de letalidad considerablemente menor durante el período de estudio, con un promedio de 15,7%, en comparación con el 27,5% por cada cien pacientes que registraron las mujeres afiliadas a Fonasa.
En relación a la incidencia (número de casos nuevos por 100.000 mujeres), las mujeres afiliadas a Isapres tienen una tasa de incidencia promedio -ajustada por edad- de 60,6% frente a 38,8% para las mujeres afiliadas al proveedor público (FONASA), dato que se mantiene durante todo el período de estudio. A nivel territorial, en tanto, el artículo evidencia que las mujeres de la Región Metropolitana tienen tasas de supervivencia más altas que las mujeres de otras regiones.
Otro dato arrojado por el análisis indica que los nuevos casos de cáncer de mama aumentaron un 43,6% entre el 2007 y el 2018 (de 3.785 a 5.435). A esto, se suma que el total de muertes por esta enfermedad aumentó un 33,6% en el mismo período (de 1.158 a 1.547).
“La inequidad es clara”
“Tomamos todas las mujeres que aparecen en la base del DEIS, de egresos hospitalarios y de defunciones, y buscamos a todas las mujeres que tuvieron un egreso hospitalario relacionado a cáncer de mama, y ahí lo interesante es que empezamos a ver varias cosas. Primero, vimos letalidad, o sea, qué porcentaje de mujeres mueren como fracción de las mujeres que se enferman, es decir, si yo tengo cien mujeres con esta enfermedad, cuántas fallecen producto de la enfermedad”, explica la académica Susana Mondschein.
“Lo que nosotros vimos es que en Isapres la letalidad promedio desde el año 2007 a 2018 es de 15,7%, mientras que en Fonasa es de 27,5%. O sea, las que se enferman en Fonasa se mueren más”, sostiene. En este sentido, comenta que “la inequidad es clara, a las mujeres de Fonasa que están asociadas a ingresos socioeconómicos más bajos, les va peor. Hay un porcentaje mayor que se muere de las que se enferman, y lo otro es la sobrevida, cuántas logran superar la enfermedad o seguir un tratamiento a cinco años, es peor”.
Respecto a la sobrevida, que considera el porcentaje de todas las enfermas de cáncer de mama que están vivas en cinco años o más desde que se diagnosticó la enfermedad, tanto sanas como en tratamiento, detalla: “Ahí también encontramos que en este período de tiempo, del 2007 al 2018, la sobrevida de las mujeres que están en Isapres es de 90,1 % en cinco años, que es harto, mientras que las que están en Fonasa es de un 80% no más. Hay 10 puntos de diferencia”, advierte.
¿Por qué se generan estas diferencias?
Según la académica del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, son varias las hipótesis de posibles causas. “Es parte de lo que estamos estudiando ahora, pero hay varias hipótesis. ¿Por qué a la gente de Fonasa le va peor? El screening, que en español se traduce como tamizaje (los exámenes que se hacen para detectar precozmente, antes de que aparezcan síntomas), es menos frecuente en las mujeres de Fonasa, y esto lo avala la encuesta CASEN 2017, que arrojó que el 57% de las mujeres en este sistema, sobre 50 años, se habían realizado una mamografía en los últimos tres años. En el fondo, un 43% no se había hecho mamografía.
Si esto se compara con las mujeres que están en Isapres, contrasta, “tenemos que el 76,3% se había hecho el examen en los últimos 3 años, o sea el 23,7% no se lo había hecho. Entonces, una cosa que tenemos certeza es que las mujeres en Isapres se hacen más mamografías de detección precoz”. Sobre esto último, la especialista apunta a que habría que determinar las razones de esto, como -por ejemplo- si tienen o no la información para hacerse los chequeos gratuitos o si el acceso no es el indicado.
Otra hipótesis, dice la académica, es que a pesar de que el cáncer de mama está dentro de las patologías GES, “llegan con cánceres más avanzados. Los doctores les informan, pero cuando las mujeres de menores recursos recurren al médico, es cuando ya, por ejemplo, se sienten un nódulo en la mama, y eso ya podría ser muy tarde. Una mujer que se hace una mamografía de tamizaje va por eso, no se ha detectado nada”.
También es posible, agrega Susana Mondschein, que “las mujeres de Fonasa a lo mejor tienen un estado de salud general más deteriorado y, por lo tanto, en todos los tratamientos les va peor (…) Una cosa súper importante a lo mejor es la salud primaria, o sea, la prevención primaria, que es que hagamos que nuestra población esté más sana y, si se enferman, puedan enfrentar de mejor manera un tratamiento”.
El equipo utilizó dos bases de datos públicas anónimas proporcionadas por el Departamento de Estadísticas de Salud e Información del Ministerio de Salud, específicamente las de mortalidad nacional y altas hospitalarias que, en cifras, considera 58.254 y 16.615 de egresos hospitalarios y muertes por cáncer de mama para el período 2007-2018, respectivamente.