Ya pasaron casi tres años desde que el COVID-19 comenzó a propagarse, provocando una de las disrupciones globales más importantes de los tiempos modernos. Pero la pandemia también aguijoneó cambios que suponen la llave para una mejor salud y mejores servicios de salud en el futuro.
Cada aspecto del sistema de salud, desde la investigación de base a la distribución de vacunas, desde la comunicación con la comunidad hasta las unidades de terapia intensiva, respondieron a las demandas de la pandemia con niveles de innovación sin precedentes. Si aprovecha estos cambios, América Latina y el Caribe puede evitar regresar a los servicios de salud del pasado, que eran en su mayoría inequitativos y de baja calidad. En cambio, como aduce la nueva publicación insignia del BID, “Más allá de la normalidad. El COVID-19 y los servicios de salud en América Latina y el Caribe”, los países pueden avanzar más rápidamente hacia la cobertura universal de salud.
“Más allá de la normalidad” resume los desafíos de los sistemas de salud de la región previos a la pandemia y ofrece nuevos datos sobre las presiones causadas por la rápida propagación del COVID-19. Cita estudios sobre la ineficiencia de los sistemas de salud de la región y problemas de largo aliento como la baja calidad de los servicios y el financiamiento inequitativo, incluyendo altos gastos de bolsillo.
En cuanto a la pandemia en sí misma, “Más allá de la normalidad” ofrece datos nuevos de un informe del BID que muestra, por ejemplo, que la mayoría de los países pudieron mantener la atención materna y la asistencia a partos por profesionales, pero no lograron mantener los servicios para las personas con condiciones crónicas como la diabetes y la hipertensión. Las muertes evitables no relacionadas con el COVID-19 aumentaron en casi todos los países, lo que sugiere que los sistemas de salud no lograron responder a las presiones simultáneas por suministros, dotación de personal e infraestructura.
Las innovaciones iluminan el camino por delante
Sin embargo, un asombroso despliegue de innovaciones demostró que el cambio es posible cuando los políticos, los proveedores y el público están suficientemente motivados. Los gobiernos aprobaron en tiempo récord nueva legislación para hacer frente a problemas de suministros, para permitir nuevos usos de la tecnología y para asegurar el apoyo financiero que necesitaban los proveedores y las familias. Se capacitó rápidamente al personal, reasignándolo a nuevas tareas, en fuerte contraste con las dificultades de ajustar el despliegue del personal que se veía antes de la pandemia.
Por su parte, la información sobre nuevas formas de tratamiento o sobre el uso de nuevas tecnologías digitales se difundió rápidamente, permitiendo un tratamiento más efectivo y equitativo para personas de toda la región.
A pesar de un comienzo lento, la región logró vacunar a más de la mitad de la población en 2021, una tarea que es enormemente más difícil que desplegar vacunas para grupos menos numerosos de personas, como los niños.
Todo esto demuestra que la región no tiene por qué conformarse con la “vieja normalidad” en lo que concierne a los servicios de salud. Aumentando la inversión en salud pública, abrazando el uso de tecnologías digitales, compartiendo información y gestionando los servicios de una manera más flexible y con mayor respuesta, los países pueden mejorar la efectividad, calidad y eficiencia del sistema de salud.
Este es, en pocas palabras, un nuevo camino que abrió el COVID-19 para cumplir con las aspiraciones de la región de universalizar la cobertura de salud.