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Los trastornos mentales representan la pérdida de la salud mental, pero esta última abarca un concepto más amplio que es esencial entender si queremos lograr una vida más plena y satisfactoria.
Los trastornos mentales son frecuentes y muy discapacitantes. Además de pérdidas para la sociedad, generan un sufrimiento importante a los pacientes y sus seres cercanos.
Uno de cada cuatro personas sufrirá un trastorno mental a lo largo de su vida. Considerando a todas las enfermedades, los trastornos mentales son el grupo que genera más discapacidad de acuerdo con el Instituto de Health Metrics and Evaluation. ¿Cómo deberíamos actuar ante este panorama y qué inversiones se necesitan?
La vulnerabilidad social y los trastornos de salud mental
La gran mayoría de los trastornos mentales no son identificados como tales y menos aún tratados. Dos de cada 10 personas con un trastorno mental reciben algún tipo de apoyo profesional en América Latina y este es a menudo insuficiente. Los trastornos mentales son más frecuentes en las mujeres y en grupos con demostrada vulnerabilidad social.
Existen marcadas desigualdades socioeconómicas en la prevalencia y acceso a tratamiento de los trastornos mentales. Esto se debe a que las personas de escasos recursos son más vulnerables a sufrir un trastorno mental o a que aquellas con trastornos mentales tienen una mayor propensión a caer en pobreza.
Las personas de escasos recursos sufren mayores dificultades para acceder a tratamientos porque no cuentan con los medios para pagarlos de su bolsillo ni los servicios estatales tienen una oferta lo suficientemente amplia.
Otra razón importante que limita el acceso a servicios es el estigma asociado a los trastornos mentales. Como personas, tenemos miedo de hablar si tenemos un trastorno mental: de perder el trabajo, de ser aislados, de ser discriminados en nuestra vida laboral y social.
¿Has notado que generalmente hablamos de los trastornos mentales en tercera persona? Como sociedades, existe un prejuicio de que los trastornos mentales no requieren una atención tan urgente como otras enfermedades, ya que no matan (aun así, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes), o quizás es algo que la persona podría evitar por sí misma, si lo quisiera. A la hora de definir los presupuestos, a menudo los que toman las decisiones en políticas públicas son influenciados por estos u otros prejuicios.
Necesitamos una mayor inversión
La inversión en salud mental en América Latina es baja en relación con la carga del total de enfermedades atribuible a estos trastornos. Los trastornos mentales representan un 20% del total de la carga por todas las enfermedades en América Latina, pero el gasto en servicios de salud mental es solo un 2% del total que los países latinoamericanos invierten en salud.
Existen razones de orden económico para abogar por una mayor inversión en salud mental, tales como mejorar la productividad o reducir los días de licencias médicas debidos a estos trastornos. Pero también hay razones de orden social o éticas para solicitar una mayor inversión. Acceder a tratamiento por trastornos mentales es un derecho que está incluido en diversos tratados internacionales. Por otra parte, muchas personas con trastornos mentales están fuera del campo laboral, como personas de tercera edad o niños, y no son consideradas en lo que a productividad se refiere.
La pandemia del COVID-19 aumentó exponencialmente la crisis de la salud mental. Después de décadas de ser considerada “la próxima urgencia” por verse superada por alguna otra necesidad en las decisiones de gasto público, llegó el momento en que no podemos esperar más para priorizar a la salud mental. Invertir en ella es urgente y prioritario.
Para profundizar más en este tema, te invitamos a ver la grabación de nuestro webinar “Por qué es fundamental invertir en salud mental”.
Si quieres conocer algunas de las intervenciones prometedoras y costo-efectivas que podemos implementar de inmediato, quédate atento al blog, porque próximamente compartiremos más contenido sobre esta temática. Mientras tanto, ¡compártenos en tus comentarios cuál es la experiencia de tu ciudad o país en relación a la salud mental!
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